¿LAS 3 R ó LAS 5 R?
Reflexionar
Los consumidores ecológicos son reflexivos y críticos. Reconocen que
los seres humanos, como los demás seres vivos, forman parte de un todo
interrelacionado: la naturaleza. Cualquier acción que antepone a los
seres humanos en detrimento de la naturaleza repercute de forma directa o
indirecta en el bienestar humano actual y el de las generaciones
venideras. La información y la educación ambiental son claves para que
los ciudadanos puedan repensar su manera de consumir.
Las decisiones coherentes con esta postura son muy diversas: elegir
bienes y servicios comprometidos con el medio ambiente, caminar, ir en
bicicleta o en transporte público en lugar del coche privado, apoyar el
uso de las energías renovables y huir en lo posible del uso de
combustibles fósiles, consumir alimentos frescos, de temporada y
cercanos, vestir ropas realizadas con fibras naturales, etc.
Rechazar
Los productos tóxicos, no biodegradables o no reciclables deben
quedarse fuera de la lista de la compra. Este tipo de productos pueden
estar en muchos ámbitos del hogar y, siempre que se pueda, hay que
rechazar su uso y sustituirlos por otros más respetuosos con el medio
ambiente. La limpieza de la casa o de la colada se pueden hacer de
manera ecológica sin recurrir a productos industriales.
Las etiquetas y la información al consumidor de los productos pueden
ayudar a discernir cuáles hay que rechazar. Conocer bien los símbolos de
reciclaje puede servir para saber si los materiales se recuperarán
cuando acabe su vida útil.
Algunos productos tienen un gran impacto ambiental y, por ello,
conviene rechazarlos. Es el caso de los artículos que utilizan CFC,
causantes de la destrucción de la capa de ozono, otros que tienen una
alta huella de carbono, consumen una gran cantidad de agua virtual,
causan la deforestación de bosques vírgenes, se basan en el tráfico
ilegal de especies amenazadas o utilizan artes de pesca ilegales o
sobreexplotan de los caladeros, entre otros. Como posibles sustitutos,
se pueden consumir los productos que garantizan la utilización
sostenible de los bosques (sello FSC) o de los recursos pesqueros (sello
MSC), los productos ecológicos o de comercio justo.
Reducir
El resultado de la fórmula es evidente: menos bienes, menos gastos,
menos explotación de los recursos naturales y menos contaminación y
residuos. No hay que dejar de consumir, sino hacerlo con cabeza. Antes
de adquirir un nuevo producto, conviene preguntarse si de verdad es
necesario.
Los consumidores pueden reducir su impacto ambiental de muchas
maneras. Al comprar, hay que evitar los productos con un empaquetado
excesivo. Siempre que se pueda, hay que elegir los tamaños grandes y los
productos concentrados para generar menos basuras y, a la vez, ahorrar
dinero. El agua no es un bien inagotable aunque lo parezca cada vez que
se abre el grifo. Diversos consejos permiten reducir su consumo sin que
sufra el nivel de bienestar. De igual manera, la generación de energía
supone la utilización en gran parte de combustibles que generan
contaminación, como el petróleo o materiales radiactivos, y la
explotación de la naturaleza. El gasto en energía también se puede
disminuir en casa mediante unas cuantas pautas sencillas.
Reutilizar
Prolongar la vida útil de los bienes contribuye al ahorro doméstico y
a disminuir el impacto ambiental. Los envases o productos de usar y
tirar son la antítesis de un consumo responsable y ecológico.
La reutilización es posible de muchas formas.
- Al hacer la compra, conviene llevar bolsas de tela o de otros materiales que permitan su uso prolongado y eviten las perjudiciales bolsas de plástico.
- Las baterías recargables son menos nocivas que las de un solo uso.
- Las hojas de papel se pueden utilizar por ambos lados y las cajas de cartón se pueden aprovechar más veces para guardar otros objetos.
- Los libros, los discos, la ropa, etc. se pueden intercambiar entre familiares y amigos, y tampoco está de más darse una vuelta por los mercados de segunda mano.
- Lo barato sale caro, no solo para el bolsillo, sino también para el medio ambiente. Los productos muy baratos de mala calidad no duran nada y acaban en la basura. En su lugar, los bien elaborados se pueden reutilizar más veces. Cuidar de manera adecuada los productos, hacer caso de las recomendaciones de los fabricantes y repararlos siempre que se pueda favorecerá que duren más. Una forma más sofisticada de reutilizar es el denominado "upcycling", que transforma un objeto sin uso o destinado a ser un residuo en otro de igual o mayor utilidad y valor. Los consumidores logran nuevos productos y se ahorran dinero.
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Reciclar
Separar los residuos de manera adecuada para su posterior reciclaje
es una acción con múltiples beneficios medioambientales. Las basuras
recicladas no acaban en los vertederos, cada vez más saturados, los
materiales desechados se aprovechan para elaborar nuevos bienes y, por
ello, se evita la extracción de nuevas materias primas y se reduce el
consumo de energía en su elaboración. Al reciclar una lata de aluminio,
se ahorra una cantidad de energía similar a la que consume un televisor
durante tres horas. Un bien con aluminio reciclado consume un 5% de la
energía que necesitaría si se basara en material virgen.
De manera similar, los consumidores también pueden practicar el
compostaje, un sistema que transforma la basura orgánica en varias
aplicaciones ecológicas.
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