1. El estudio ha de organizarse. No se puede improvisar.
2. Un buen método de estudio no sólo facilita la comprensión, sino que motiva al alumno a seguir estudiando, en cuanto comprueba los buenos resultados que obtiene.
3. El estudio ha de ser diario.
4. Cada cual tiene sus propias técnicas, de hecho no existe un método óptimo, sino que el mejor método es el que hace que el alumno rinda al máximo de sus posibilidades. Sin embargo, es en la escuela y en el instituto donde los alumnos van a adquirir las técnicas básicas para poder luego formar su propio método.
5. Los hábitos que no se adquieren de joven, difícilmente se adquieren de adulto.
6. Las técnicas de estudio no son algo que se enseña y se aplica puntualmente, que sólo se aprende en tutoría, sino que han de ser fomentadas y desarrolladas por todo el profesorado, animados desde sus respectivos departamentos. De hecho, cada área o materia tiene preferencia por algunas técnicas más que por otras, dada su estructura de contenidos. Por ello, es necesario que el Equipo Técnico de Coordinación Pedagógica coordine, a lo largo del curso, la enseñanza y aplicación de las técnicas y hábitos de estudio, incardinándolos en el Proyecto Educativo y en la Programación Anual.
7. Se ha de contar con la familia como apoyo imprescindible para motivar al alumno. Es evidente que éste deberá autorregularse, y aún más cuanto mayor sea, pero la familia puede servirnos de referencia. Sobre todo en tercero y cuarto de ESO y Bachillerato, el tutor-a ha de contar con el alumno para llevar a cabo el Compromiso Pedagógico.
Tras esta reflexión, planteamos una serie de actividades y materiales que pueden aplicarse a lo largo del curso. Hoy abordaremos el tema de los hábitos de estudio y en entradas posteriores propondremos un buen método para estudiar.
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